lunes, 30 de noviembre de 2015

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Stella Maris, Finlandia

Hoy, durante la Santa Misa, el Señor me mostró el Santuario de Stella Maris y vi una luz que descendía del cielo sobre él y desde allí esta luz se difundía en todas direcciones en forma de agua, como miles de gotas luminosas que irradiaban la gracia y la bendición de Dios. Comprendí que el Señor desea lavar y purificar nuestras almas, liberándonos y

sanar nuestros corazones, que a menudo están sucios, cansados y desesperanzados a causa de nuestras debilidades y caídas. Dios desea restaurarnos con su gracia y quiere hacer de nosotros hombres y mujeres de fe.

Más tarde, después de comer, decidí dar un paseo por el lugar para contemplar la naturaleza. Hacía mucho frío y un poco de viento. Cuando estaba en cierto lugar me llamó la atención un árbol sin hojas, que normalmente en invierno parece seco y sin vida. Le dije al Señor ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué me has enviado a este lugar? Y oí la voz de Jesús que me decía

Porque las almas están sin luz y sin vida. Igual que este árbol que ves ante ti, sin hojas y sin ninguna belleza, a causa del frío y del viento, muchos están perdiendo la gracia divina de sus almas y se encuentran en la oscuridad. Necesitan un viento poderoso, pero el viento y el aliento de mi Espíritu Santo que les caliente con fuego divino. Por eso os he enviado aquí, a este País, para calentar e iluminar los corazones y las mentes con los mensajes de mi Santísima Madre.

Éstas fueron las palabras de Jesús. Por la noche, la Santísima Madre vino una vez más a transmitirnos su mensaje maternal. Nos dijo

¡Paz, mis queridos hijos, paz!

Hijos míos, Dios os ama y me envía aquí esta tarde para bendeciros y daros las gracias que necesitáis.

Rezad, rezad por la conversión de los pecadores. Rezad por la santificación de todas las familias del mundo entero.

Dios quiere salvar a este país que se ha consagrado a mi Corazón Inmaculado y me lo ha dado como propiedad mía.

Aquí enviaré a Mis Ángeles para proteger a sus familias. Aquí me mostraré como una Madre solícita y benévola, y acogeré en mis brazos a todos mis hijos que recurran a mi intercesión maternal.

Hijos, para salvar a las almas debéis dedicaros cada vez más por el reino de los cielos, y debéis decidiros a seguir la llamada de mi Hijo Jesús, sin mirar nunca atrás.

Dios os llama, y quiere que escuchéis el grito de su voz y le sigáis. Venid, hijos míos, salvemos almas para Jesús. Restauremos juntos muchos corazones llevando a todos el amor y la palabra de mi Hijo Jesús.

Aquí Jesús tocará los corazones y mostrará a los incrédulos que es el Señor y que reina con amor y perdón, revelando en profundidad su misericordia a los más perdidos e infieles.

Os amo y os bendigo. Volved a vuestros hogares con la paz de Dios. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.