domingo, 29 de noviembre de 2015

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Stella Maris, Finlandia

La Santísima Madre ha venido una vez más desde el cielo para bendecirnos y cómo nos ama. Tener a la Madre Amada en medio de nosotros es el gran signo del amor de Dios por sus hijos, especialmente en este lugar, donde el Obispo de Helsinki Teemu, el único Obispo de toda Finlandia consagró este país el 21 de mayo de 2015 al Corazón Inmaculado de María, pidiendo a la Madre de la Iglesia, «Stella Maris» (Estrella del Mar), que en este lugar, junto a su pequeño santuario, crezca y se desarrolle un centro de oración, de espiritualidad, de escucha de la Palabra de Dios, de formación, de cultura cristiana y de vocaciones abiertas, en el sacerdocio y en la vida consagrada, para la evangelización de esta tierra y para toda la Iglesia católica, y que en este pedazo de tierra, que ha sido entregado en sus manos, cuide de sus hijos e hijas, de las familias y de todas las personas que desean salir del vacío y del pecado, volviendo al santo deseo de vivir el don de la fe y la alegría del Evangelio, obteniendo para todos una abundante efusión del Espíritu Santo, que haga a este pueblo capaz de abrirse a las sorpresas de Dios y a su gracia.

Lo que me conmovió mucho fue saber que esta consagración se hizo el 21 de mayo de 2015, porque fue el 21 de mayo de 1994 cuando la Santísima Virgen me dijo por primera vez en Amazonas quién era: ¡Soy la Santísima Virgen María, la Madre de Jesús! .... ¡He venido para que seáis una luz para mis otros hijos y para que les digáis todo lo que yo y mi Hijo Jesús os diremos!

Estar en este lugar fue una sorpresa, porque el Santuario Stella Maris nos recuerda mucho a la pequeña capilla de Nuestra Señora de Itapiranga, porque tiene el mismo estilo y la misma forma. En esta noche, Nuestra Señora nos dio el siguiente mensaje:

¡Paz mis queridos hijos, paz!

Hijos míos, yo, vuestra Madre, os concedo mi amor maternal para que vuestros corazones encuentren la fuerza y la luz para disipar las tinieblas de vuestras vidas.

Hijos míos, rezad y sed fieles a Dios y así el Señor os bendecirá. Dios es amor y su amor quiere daros. Abrid vuestros corazones a Dios y os bendecirá más y más.

El mundo peca y se aleja de Dios, pero yo me acerco al mundo para que todos tengáis la fuerza y el valor de acercaros a Dios y al cielo.

No os inquietéis, no perdáis la fe. Estoy aquí para ayudaros, estoy aquí para guiaros. Confiad vuestras preocupaciones a mi Corazón materno y el Señor os escuchará, porque yo, vuestra Madre, os escucha y os escuchará, si confiáis en su amor.

Volved a vuestros hogares con la paz de Dios. Os bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.