Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
domingo, 7 de abril de 2013
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡Paz, mis queridos hijos!
Yo, vuestra Madre y la Reina del Rosario y de la Paz, suplico día y noche ante el Trono de mi Divino Hijo por vosotros.
Acoged los mensajes del cielo en vuestros corazones. Dios os llama constantemente, a través de mis muchas apariciones por todo el mundo. ¿Por qué aún no me escucháis y no obedecéis a mis súplicas?
Hijos míos, el mundo está contaminado por muchos pecados y se está corrompiendo cada vez más. Interceded, rogad por la misericordia de Dios para vuestros hermanos que no se preocupan por las obras del cielo y no se detienen a pensar un poco en la eternidad. Ayudad a mis hijos extraviados a volver al camino correcto.
Muchos están desperdiciando las gracias del cielo. Muchos están perdiendo el tiempo con cosas inútiles y malas acciones que solo conducen al fuego infernal. Me he estado manifestando en el Amazonas durante muchos años, pero muchos de mis hijos permanecen sordos y cerrados de corazón.
¡No dudéis! Orad por la paz, orad por las familias y por la conversión de los pecadores.
¡Oh pecadores!...¡Oh hijos míos pecadores!...Volved a Dios, porque el tiempo se acaba. Queda poco, muy poco, y la humanidad cambiará el rumbo de vuestras vidas, cuando la poderosa mano de Dios actúe.
Él es misericordioso, pero también es justo, actuando con justicia, porque ya no desea ver tanta desobediencia e ingratitud de sus hijos. Os digo, os suplico, os imploro: no perdáis más vuestro tiempo. Es hora de cambiar el rumbo de vuestras vidas y de decidir por el reino de los cielos, porque un día muchos llorarán y lamentarán no haberme escuchado y no haber vivido mis llamadas que os comuniqué con tanto amor.
Escuchadme, hijos míos, queda poco, muy poco.... Abrid vuestros corazones ahora, porque aún encuentro y veo muchos corazones cerrados y sucios de pecado, porque no oran, no piden perdón por sus pecados, ni se esfuerzan por hacer feliz el Corazón de mi Hijo Jesús y el Corazón de vuestra Madre.
No quebréis el Corazón de vuestra Madre Celestial cometiendo pecados...Vivid siempre en la gracia de Dios para merecer el cielo.
Luchad por el cielo. El cielo es vuestro verdadero hogar, no la tierra. Recibid mis gracias maternales y el amor misericordioso mío, a través de la bendición que os concede: en nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!
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