Hijos míos, hijos míos, hijos míos, nunca permitáis que nadie os impida seguirme, María, Madre de la Caridad Cristiana. Nunca permitáis que nadie entorpezca vuestra libertad.
Sufro al ver este espíritu de destrucción contra mi oratorio y, en consecuencia, contra Mí, vuestra Madre del Cielo. Sufro al ver que las rosas que planté en los Estados Unidos hace más de dos años y medio continúan siendo ignoradas, a pesar de ser una señal divina. Sufro al verte perseguido por aquellos con quienes caminaste y que hoy se vuelven contra ti y, en consecuencia, contra Mí, su Madre amorosa.
Sabed, hijos míos, que cuanto más os acercáis a la obra de Dios, tanto más cerca está el maldito para desestabilizaros, haceros perder vuestra fe y vuestro amor en Mí. Vivís tiempos difíciles, y lamento deciros que los días por venir serán aún más duros. Así pues, no caminéis como ciegos; dadme la mano, y juntos triunfaremos.
Este lugar es un lugar de aparición donde Yo, María, Madre de la Caridad Cristiana, me he establecido a petición de Mi Hijo, vuestro Señor Jesucristo.
Este lugar no es en absoluto producto de la imaginación humana; este lugar fue elegido por el Padre Eterno mismo para ayudar a todos aquellos que sufren, para ayudar a todos los que están bajo el yugo de la brujería, para ayudar a todos los que anhelan amor, compasión y conversión.
Por lo tanto, en estos tiempos difíciles, os pido que redobléis vuestras oraciones. Os pido que volváis vuestra mirada hacia Mí, que miréis a mis ojos, porque allí encontraréis amor y consuelo, encontraréis la fuerza para seguir creyendo en Mí como María Madre de la Caridad Cristiana, pero también encontraréis la fuerza para caminar conmigo por el Camino trazado por el Padre Eterno para este Continente.
Hijitos míos, no os dejéis desestabilizar; soy María, Madre de la Caridad Cristiana; soy la Madre de Dios, soy la Madre de vuestro Salvador, y nadie, ningún ser humano en esta Tierra, puede quitarme de este lugar, de este oratorio, de esta casa, porque es para vosotros, Mis amados hijos, que he venido, es por vosotros que estoy aquí, para guiaros a la conversión, ciertamente, pero también para enseñaros el amor, el amor al prójimo, para enseñaros la caridad, pero sobre todo, hijitos míos, para quitar todas las cadenas con las que estáis atados por las creencias de vuestros antepasados, pero también por la maldad de ciertos humanos.
Creed en Mí, creed en Mí, hijitos míos, porque soy muy real. Estoy aquí, vuestra Madre del Cielo. No perdáis el ánimo, no perdáis la confianza, porque el camino que tenéis por delante es el último camino para llegar al punto donde la mano del hombre se alzará sobre este oratorio y permitirá la devoción de cada habitante de Costa de Marfil; para permitir que cada habitante del continente africano venga a arrodillarse a los pies de Mi tocón.
Vosotros, que os quedáis conmigo, vosotros, que creéis en Mí, os cubro con pedazos de Mi Inmaculado manto. Por vosotros, no ceso nunca de orar para que el Padre Eterno reconozca vuestras acciones, para que Él os conceda Sus gracias y os recompense como merecéis.
Os amo, hijitos míos, vosotros que estáis aquí esta noche. Sed bendecidos y asegurados del tierno amor maternal que tengo por vosotros.
Vuestra Madre Celestial, María, Madre de la Caridad Cristiana.