Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
sábado, 26 de diciembre de 2015
Fiesta del santo archimártir Estéfano.
El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V en la iglesia doméstica de Göttingen a través de Su instrumento e hija Ana.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Hoy, segundo día de Navidad, hemos celebrado la fiesta de San Esteban. Al comienzo de la Santa Misa del Sacrificio, entró en la casa-iglesia una gran multitud de ángeles, encabezados por los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, seguidos de querubines y serafines. Se reunieron en torno al altar del Sacrificio, a veces también en torno al altar de María. Durante la Santa Misa del Sacrificio, el tabernáculo estaba particularmente iluminado y brillaba con un resplandor dorado. Durante el sacrificio, el ángel del altar de María hizo sonar su trompeta. El Niño Jesús levantó en ese momento Sus bracitos y disfrutó de este ángel, que le rendía homenaje y, al mismo tiempo, hizo que los creyentes tomaran conciencia de que Jesucristo, el Salvador y Salvador del mundo entero, ha nacido hoy. Podemos gozar de Él, podemos adorarle, amarle, sí, podemos acariciarle porque Él acepta gustosamente todo de nosotros y porque hoy, en el segundo día de Navidad, el primer mártir dio su vida por Él.
El Padre Celestial dirá Yo, el Padre Celestial, hablo a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está totalmente en Mi Voluntad y hoy repite las palabras que vienen de Mí.
Amado pequeño rebaño, amados seguidores, amados creyentes y peregrinos de cerca y de lejos, ¿habéis oído hoy que los profetas ya han sido asesinados en aquellos días? No han aprendido nada, al contrario, todavía hoy se les apedrea hasta la muerte, intentando robarles la tranquilidad de espíritu. No se consigue decir: «Sí, puedo creer en estos mensajes, porque no corresponden a las palabras de los mensajeros». Los mensajeros no podrían formular estas palabras, porque humanamente son incapaces de hacerlo, pues son falibles. Pero Mis mensajes corresponden a la verdad plena y a Mí, el Padre Celestial, no se me puede probar nada que no corresponda a la verdad plena y a Mi Sagrada Escritura. No he añadido nada que no corresponda a la verdad plena. Todas son Mis palabras y Mi pequeño repite estas Mis palabras. Quieres herir su alma. Se le quita su honor, pero no se le puede dañar porque está protegida por Mí, el Padre celestial.
Mi amado pequeño rebaño, Mis amados seguidores, practicáis el amor al enemigo como nos lo ejemplificó San Esteban. Amáis a vuestros enemigos porque rezáis por ellos. Sois odiados, pero bendecís. Aguantáis hasta el último momento, hasta que Yo, el Padre Celestial, os doy la bendición de que ha llegado el final de vuestros días de mensajes. Entonces comienza mi tiempo. Mi tiempo no es tu tiempo porque no puedes imaginar cómo será. Todo será diferente de lo que podéis imaginar.
Pero, amados míos, si perseveráis hasta el final, os llegará la salvación. También ahora podréis experimentar mucha alegría en estos días del tiempo de Navidad, porque Yo, el Padre Celestial, con el Niño Jesús en el pesebre, os fortaleceré especialmente a través de los rayos de gracia de la Santa Misa Sacrificial, que llegará mucho más allá de las tierras. Algunas personas y sacerdotes se rebelarán contra ello, contra estas verdades, no sólo porque son verdaderas, sino porque muchos se sienten acusados. Mis hijos sacerdotes desprecian a Mis mensajeros, los odian y los expulsan del lugar donde proclaman Mis mensajes y están dispuestos y preparados para cargar con todo y ofrecerme su vida como sacrificio. A veces acepto el sacrificio, a veces estos mensajeros deben seguir aguantando como Yo quiero, como está en mi plan y deseo.
Cómo se atreven aún hoy los hijos de los sacerdotes a actuar contra Mis verdaderos mensajeros. Dicen: «Los mensajes no han sido reconocidos por esta iglesia y, por tanto, no deben difundirse. Hay maldad en estos mensajes». Cómo puede ser esto posible cuando Yo, el Padre Celestial, protejo a Mis mensajeros y ya está escrito en Mis Sagradas Escrituras. Todo corresponde también a las Sagradas Escrituras. Pero no creas y sigue despreciando a mis mensajeros y esclavizando sus almas para que se rindan.
Mis pequeños mensajeros, ¡no os rindáis! ¿No os he protegido plenamente en todo momento? ¿No se os ha dado a Mi queridísima Madre en las tareas y profecías más difíciles? ¿No podéis soportarlo, aunque se convierta en lo más difícil y el desprecio os golpee especialmente? Entonces bendice a tus enemigos y ámalos rezando por ellos. No os rindáis nunca, porque los últimos peldaños se harán más empinados para vosotros.
Mis amados seguidores, creed más profunda y firmemente y multiplicaos, porque en estos últimos tiempos es necesario que una gran multitud de seguidores esté detrás de Mis pequeños y detrás de Mi pequeño rebaño, que debe ser protegido y fortalecido en toda situación. Os lo ruego, perseverad y esforzaos día tras día por la santidad, aunque el sufrimiento os golpee, entonces decid: «Sí Padre, por ti, por los sacerdotes, para que finalmente crean, confíen y esta Santa Fiesta del Sacrificio en el Rito Tridentino se extienda finalmente por la Iglesia Católica en todo el mundo. Que reconozcan que Yo, el Todopoderoso Gobernante del mundo entero, les fortalezco y que soy y sigo siendo el Regente de la verdadera Iglesia Católica. Esta Iglesia católica nunca perecerá, aunque será renovada en la verdadera Iglesia de la Gloria.
Deteneos aquí en Gotinga, Mi amado pequeño rebaño, aunque os gustaría apresuraros a ir a la Casa de la Gloria. Pero todavía no es mi deseo viajar hasta allí. Yo, el Padre Celestial, os daré la información más precisa sobre cuándo sucederá todo. No omitiré nada, ni siquiera a mis amados seguidores. Siempre se añadirá un poco de información a los poderosos mensajes cuando sea necesario para vosotros.
Os amo y os doy las gracias por vuestra perseverancia, por vuestro amor, por vuestro consuelo y por la fidelidad que Me demostráis. Gracias por todo lo que me das, Gobernante Todopoderoso.
Ahora el Dios Trino te bendice con triple poder y amor, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar desde ahora y para siempre. Amén.
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