Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
sábado, 5 de diciembre de 2015
Sábado de expiación del Corazón de María.
La Virgen habla después del Cenáculo y de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V en la iglesia doméstica de Gotinga a través de su instrumento y de su hija Ana.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Hoy hemos celebrado el Cenáculo. El altar del sacrificio, el altar de María, toda la casa-iglesia de Gotinga y también la habitación de los enfermos estaban bañados por una luz resplandeciente. Las velas iluminaban toda la sala con su luz resplandeciente. Los ángeles del sagrario sostenían en sus manos velas encendidas. El altar de María estaba hoy especialmente decorado con ángeles, velas y flores. Incluso en la habitación de los enfermos se respiraba una atmósfera sagrada inigualable. Todos sentíamos que éste era el lugar sagrado del Cenáculo.
La Madre Celestial hablará: Yo, vuestra Madre Celestial, hablaré ahora y en este momento a través de Mi dispuesta, humilde y obediente instrumento e hija Ana, que está totalmente en Mi Voluntad del Padre Celestial y hoy repite palabras que vienen de Mí, vuestra Madre Celestial.
Mi amado pequeño rebaño, Mis amados seguidores, Mis amados peregrinos de cerca y de lejos, especialmente de Heroldsbach y Wigratzbad, Mis amados hijos de María e hijos del Padre, todos vosotros que creéis en estos mensajes y los seguís estáis especialmente llamados a ir hoy a la batalla.
Sí, Mis amados hijos, habéis oído en la Fraternita que estáis en la batalla. Pero no lucháis solos, Mis amados, vuestra Madre Celestial va delante de vosotros y no os deja marchar, porque Ella os ofrece Su mano de bendición y os sostiene firmemente. Mis ángeles, amados hijos, están detrás de Mí y están detrás de vosotros.
¿Qué significa realmente esta enorme lucha? ¿Qué armas tenéis, hijos Míos? ¿Las tenéis en vuestras manos? ¡Sí! Os doy las gracias por los numerosos rosarios, pues son vuestras armas, que sostenéis firmemente en vuestras manos cada día. Satanás odia este rosario. Ya, si estáis dispuestos a rezarlo, quiere entrar en escena y apartaros de él, porque sois imperfectos. A menudo te dejas llevar por tu comodidad. Pero entonces también estás dispuesta de nuevo a rezar varios rosarios para darme a Mí, tu Madre Celestial, una gran alegría y para lanzar el rosario hacia Satanás. Tú estás llena de amor y él pone su odio contra ti. Pero, ¿quién prevalecerá en esta lucha contra Satanás, que libráis junto conmigo, vuestra Madre celestial? ¡Vosotros, Mis hijos de María, vosotros, los hijos de Mi padre! No soltéis vuestra arma y encadenad al malo a ella. En todo caso, quiere disuadiros de que sigáis rezando las cuentas del rosario. Pero no lo conseguirá, porque Yo, vuestra Madre celestial, siempre estoy celosa de que me deis muchos rosarios para alejar a los malos espíritus. Ésta es vuestra mejor arma. Ten en cuenta que el maligno siempre intentará disuadirte. Algunos se dejan influir por ello y se vuelven más cómodos rezando. Pero vosotros, mis queridos hijos, estáis deseosos de darme alegría.
Y por ello os doy las gracias hoy especialmente en este Cenáculo, porque habéis entrado Conmigo en la Sala de Pentecostés. La Fraternita os ha dejado claro lo importante que es el Rosario para que lo recéis a menudo y con alegría. Amorosamente me miráis y Yo os miro con gratitud. Miro tus ojos que brillan de amor. Este resplandor viene de Mí, vuestra Madre Celestial, porque seguís declarando la guerra al mal. Todo lo que procede del mal está lleno de odio. El maligno quiere ahora impedir que hagas el bien en la batalla final. El mal es más fácil de hacer para los que no creen. Pero, ¿quién será feliz? Vosotros, Mis amados hijos de María. Sois felices cuando tomáis el Rosario en vuestras manos y me traéis tanta alegría a Mí y al Padre Celestial en la Trinidad que repetís una y otra vez: «Entramos en la batalla. Tenemos a la Santísima Madre».
Me tenéis a Mí, Mis amados hijos, a vuestra amada Madre Celestial, la Inmaculada. Este poder, que emana de Mí, irradia a través de cada pequeño rincón de vuestro corazón para que se haga cada vez más brillante en vosotros, porque estáis en el tiempo de Adviento, en el tiempo de reflexión sobre la Navidad, sobre el nacimiento de Jesucristo, Mi Hijo. Podéis esperar con ilusión esta fiesta, aunque en este momento parezca que todo el mundo os abandona, porque lo que dice Internet es tan horrible que vuestros corazones no podrían alegrarse si Yo, vuestra Madre Celestial, no os diera este nuevo poder. Por favor, no soltéis esta fuente de poder, sino dejad que fluya más profundamente en vuestro corazón, porque el arma contra el mal es y sigue siendo el rosario.
Sí, no puedes imaginar hasta dónde llega esta arma. No sólo está en la zona donde te encuentras, sino mucho más allá. No puedes imaginar hasta dónde llega esta fuente de poder del Rosario. La luz se hará más brillante en vuestros corazones. También debe iluminar a los demás, especialmente a los sacerdotes que aún no están preparados para rezar este rosario. ¿Por qué? Porque piensan: «Esto no es para mí. Eso es historia antigua». No, hijos míos. Es lo mejor y lo más grande que puedo ofrecer a Mis queridos hijos sacerdotes. Hoy necesitan urgentemente esta arma. Y esta arma se la ofrezco una y otra vez. Tomad el rosario, Mis amados hijos sacerdotes, entonces no sólo estaréis protegidos, sino que lucharéis. Y en esta lucha estáis ahora vosotros, que estáis dispuestos a retroceder.
Vuestra Madre Celestial está dispuesta a llevaros de la mano e impartiros todas las gracias, pues Yo soy la Mediadora de Todas las Gracias. Presentaré vuestras preocupaciones al Padre Celestial y podréis estar preparados para cumplir la voluntad y el plan del Padre Celestial, a saber, celebrar Su Santa Misa de Sacrificio en la plena verdad y en la plenitud de la gracia.
La intervención del Padre Celestial se acerca cada vez más. Mis queridos hijos, cuántas veces os he señalado que el Padre Celestial intervendrá. Sí, intervendrá, pero de una manera muy diferente, como podéis imaginar y como el Padre Celestial ha previsto en Su plan. Pero tú crees y confías y pides al Padre Celestial que te ayude, incluso cuando no comprendes nada y cuando los caminos del Padre Celestial te resultan insondables. Siguen siendo insondables, pero verdaderos.
La verdad, Mi amada, el diablo la odia. Él es la mentira en persona. Prestad atención, Mis amados hijos, y evitad el contacto con los que viven en pecado grave porque quieren apartaros del camino verdadero. Sólo hay un camino de la verdad, el que reside en la verdadera fe católica. Todas las demás comunidades religiosas no están en la verdad y son diabólicas. Sólo hay una Iglesia, Verdadera, Santa, Católica y Apostólica. Y eso es todo. Quisiera hacer un llamamiento a todos para que quieran vencer a través de Mi Corazón Inmaculado. A todo el que Me tienda la mano se la tenderé, porque Yo soy la Reina de todos los sacerdotes, y nunca dejo solo a un sacerdote que esté dispuesto a confesar su culpa, confesarse y empezar de nuevo. Yo, la Madre Celestial, de buena gana le tenderé la mano y le abrazaré con alegría, porque el hijo pródigo estará entonces a salvo con el Padre Celestial, adonde Yo le guiaré.
Todos Mis hijos sacerdotes son importantes para Mí. Lucho por cada uno de vosotros, y os agradezco ya ahora los muchos rosarios con los que habéis salvado a tantos sacerdotes de la ruina eterna. No conoceréis a estos sacerdotes. Ellos no os lo agradecerán, pero podéis confiar en que vuestro Padre Celestial no dejará que ninguna oración quede en la nada. Cada oración, por pequeña que sea, es fructífera para cada hijo de los sacerdotes. Y por estos hijos sacerdotales lucha vuestra Madre Celestial con sus queridos hijos de María. Cuánto os agradezco que Me hayáis elegido como vuestra Madre Celestial, que está llena de gracias de las que podéis vivir. Donde hay gracia, hay vida. Allí el malvado no tiene entrada. Sus puertas están entonces cerradas para él. Por muy astutamente que intentara abrirlas, no lo conseguiría, porque quien se ha unido a mí, la Madre celestial, está en el camino mejor y más seguro, y entrará en batalla conmigo y vencerá a través de mi Corazón Inmaculado y Materno.
Mira esta plenitud de gracia y considera que Yo te guío y que billones de ángeles están detrás de Mí y también detrás de ti al mismo tiempo. Estás protegida por todos lados, especialmente por tu amado Santo Arcángel Miguel. Qué plenitud de fuerza sacas de esta Santa Misa de Sacrificio, que se te ha permitido celebrar también hoy, día de Mi Cenáculo. Y tú, hijita mía, aún tienes un gran sufrimiento de expiación y a pesar de todo estás dispuesta a soportarlo y también a sufrir y a soportar. Hasta el final has dicho, perseverarás y dirás tu sí dispuesto. Por ello te doy las gracias a ti y a tu pequeño rebaño y a los seguidores que te apoyan con un gran grupo de oración. Cada oración es poderosa y te ayuda, Mi pequeña amada.
Una vez más quiero darte las gracias por todo el amor que sientes por mí, tu queridísima madre, especialmente en este día. Este día se ha convertido en Mi fiesta porque vosotros, Mis queridos hijos de María, estáis detrás de Mí, porque Me demostráis que realmente Me amáis, que tomáis sobre vosotros y queréis tomar todo lo que es difícil para vosotros. Vuestra querida Madre no os dejará solos. Ésta es vuestra seguridad. Y esta seguridad os hace preciosos, preciosos en vuestros corazones. Vuestros corazones se unen cuando rezáis el rosario. Entonces es una cadena de perlas, una cadena de creyentes que no se sueltan, aunque les golpeen cosas pesadas. Estarán seguros de obtener la victoria porque se atreven a luchar. La lucha no es fácil. Es muy ardua. Todos lo saben por Mis hijos de María. Sin embargo, ninguno de los hijos de María se perderá; al contrario, irán a la batalla fortalecidos y vencerán Conmigo, el Corazón Inmaculado. El Corazón Inmaculado, Mis amados hijos, tiene un poder tremendo. Y sentiréis este poder en vuestros corazones. Agradeced al Padre Celestial que os haya dado a Mí como vuestra Madre, porque quiso daros lo más querido que tiene. Él sabe, Mis queridos hijos, que lo más querido es lo mejor para vosotros.
Por eso quiero daros las gracias una vez más en este día que vosotros, Mis amados hijos, habéis convertido en un día de fiesta. Gracias por todo el amor que me dais cada día. Os amo, os bendigo, os protejo y os doy las gracias con todos los ángeles y santos, en la Trinidad, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Permanece fiel al cielo y mantente en el lado correcto, entonces serás protegido y amado en toda situación. El maligno no podrá hacerte daño, porque estará atado con el rosario. Es una cadena que nunca termina y que él seguirá odiando. ¡Pero el amor vencerá! Amén.
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